2 de mayo de 2011

“La triple enajenación de la mujer”

Sería absolutamente refutable, decir que la lucha por la equidad de género es una lucha aislada, resulta como constituir dos esferas en donde el ser humano por un lado, y la sociedad por el otro, se desenvuelven en condiciones distintas

Las condiciones de explotación del sistema, capitalista resultan enajenantes. Los y las trabajadoras realizan tareas monótonas y poco vinculantes en el proceso de producción.

El sistema, además de destinar a más personas a las ocupaciones a destajo, trabajos inestables, y poco remunerados como los de albañilería, choferes, recicladores, trabajo doméstico y los de cuidado; se ha encargado de agudizar cada vez más la enajenación que vivimos.

Las mujeres son las mayores víctimas de este tipo, porque llevan la carga de siglos de relego social y productivo; y, aunque hoy en día muchas mujeres se han insertado en el campo laboral, siguen siendo relegadas por el tipo de trabajo que realizan.

Por ejemplo: las tareas domésticas y las de cuidado, son dedicadas casi exclusivamente a las mujeres. Mujeres que, dejan sus hogares y a sus hijos para ir al cuidado de los hijos ajenos en busca del reconocimiento económico por el trabajo que hacen todos los días de su vida.

Otro ejemplo concreto es el que viven muchas mujeres en nuestro país, con el tema de la migración: ellas han sido las víctimas más críticas, las que llevan no solo la carga social de estar solas, sino la carga que implica el cuidado exclusivo de sus hijos y la manutención de su casa.

Es fuerte la enajenación laboral que viven las mujeres, pero lamentablemente no es solo en ese campo en donde han sido enajenadas de manera más crítica, frente a sus compañeros. La enajenación que la mujer vive se refleja en su vida cotidiana: La mujer se ve enajenada de su condición de mujer, para sentirse madre y esposa, siempre invisible al yugo del marido; hija, bajo el yugo de los padres y además de sus hermanos varones, a los que por “vocación” debe servir; pero además, y ya como gota que derrama el vaso, la mujer ha sido hasta desnaturalizada de su ser, muchas mujeres se sienten “poca mujer” frente a las de las propaganditas de tele y los estereotipos que nos muestran.

Es importante entonces conocer la realidad que vivimos las mujeres, no victimizándonos, ya es suficiente con el sistema que lo hace, sino visibilizándonos dentro del contexto que vivimos, con las condiciones particulares que nos tocan afrontar dentro de esta sociedad, para transformarlas.

La tarea de trabajar por un cambio de época es trascendental, pero no se conseguirá jamás, sin reivindicar a la mujer, para que bajo condiciones igualitarias se le permita la inserción en el trabajo revolucionario.